IA y escritura: ¿pueden las máquinas escribir poemas?
Overview
Tecnología: ciencia aplicada. Ingeniería: ingenio tangible. El “progreso” tecnológico va marcando las pautas, trazando las fronteras dentro de las cuales la cultura se desarrolla. Primero líneas sobre la arcilla, enseguida la caligrafía y los pergaminos, luego caracteres impresos sobre el papel. De Gutenberg hacia acá, la proliferación de los libros y los periódicos: la cultura del objeto, las cuatro esquinas de la página. Todavía me tocó vivir el protagonismo del libro en tanto ente cultural de primerísima importancia: las enciclopedias y los dedos cortados al pasar mal la hoja. En la secundaria: taller de mecanografía. Máquinas de escribir, tecleo ruidoso, equivocarse y volver a comenzar desde el principio. El dolor en los dedos al atorarse entre la A y la S del QWERTY. Ahora: pantallas. La cultura se gesta y se consume atravesando el campo visual entre la luz LED y la pupila.
Lejos quedó la cultura de la piedra de Rosetta, de la arcilla, del pergamino. Lejos quedó la cultura de los tiempos de la imprenta. Distintas maneras de ver y comprender el mundo, a nosotros mismos. La poesía ha permanecido porque ha podido cambiar y moldearse a las modificaciones que las técnicas de su producción y distribución exigen. Internet en tanto plataforma literaria y medio de distribución nos permite ir más allá del texto, esto se ha dicho mucho. De la videopoesía a la programación- interactividad, de la experimentación sonora poesía-en-voz-alta.mp3 a experiencias de realidad aumentada. Los límites son otros, el papel se antoja plano. Y como se ha dicho: las nuevas tecnologías no generan necesariamente nuevas ideas. No siempre.
¿Pero qué sucede cuando la máquina pasa de ser el instrumento de la producción poética a ser artífice, a ser autor? Tras la revolución conceptualista que pretendió abolir la noción de autor como genio original, y convertir al artista en sampleador, remixer, curador de ideas de alguien más, aparece otro cambio profundo: las Inteligencias Artificiales. Octavio Paz decía, en su ensayo La nueva analogía: poesía y tecnología, que la poesía no puede automatizarse: que la esencia del poema radica en que no es intercambiable, sino único. Que la poesía, decía, es cosa de humanos y no de máquinas. Y, bueno, que no se pierda la bonita costumbre de negar a Paz: las máquinas están escribiendo poesía. Y no lo hacen nada mal.